José Bonaparte estaba obsesionado con las grandes plazas y los espacios abiertos en las ciudades, especialmente ante el Palacio Real que ocupaba en Madrid. El rey plazuelas, como le llamaron por esta manía, ordenó derribar todos los edificios que había delante del Palacio en un amplio radio. Entre los inmuebles afectados estaba la iglesia de San Juan Bautista, en cuya cripta estaba enterrado el gran pintor sevillano Diego Velázquez.
Leandro Honrubia era un gran admirador de la pintura de Velázquez y solía visitar la cripta de San Juan, ya fuera solo o acompañado por su amigo Felipe o su amada Azucena.
Cuando supo que el rey intruso tenía la intención de derribar la iglesia sin recuperar antes los restos de Velázquez, Leandro decidió que debía que hacer algo para evitarlo. Y lo hizo, aunque para él esta acción tuvo consecuencias inesperadas.
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