Fernando VII se instaló en el Palacio Real de Madrid, el 24 de marzo, en la creencia de que las tropas francesas que mandaba el mariscal Joaquim Murat estaban allí para apuntalarle en el trono. El monarca tenía miedo de que los partidarios de su padre, que había abdicado tras el motín de Aranjuez, intentaran reponer a Carlos IV. ¡Qué ingenuidad!Una de las primeras medidas del infame Fernando fue entregarle a Murat la espada que el rey Francisco I de Francia rindió al emperador Carlos V tras su derrota en la batalla de Pavía (1525).
El joven pintor Leandro Honrubia se enteró de este regalo mientras, por indicación de Francisco de Goya, copiaba obras de Velázquez en el Palacio Real para perfeccionar su técnica.
Fue por boca de uno de sus amigos, un tal Adolfo Constante, que trabajaba en la Real Armería. y que estaba indignado por semejante acto de pleitesía ante el francés.
Constante fue uno de los primeros madrileños que cayeron en la trágica jornada del 2 de mayo. En compañía de otros trabajadores de la Real Armería, no dudó en salir a la calle con las anticuadas armas que pudo arramblar, piezas de museo la mayoría de ellas.
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