José Bonaparte llegó a Madrid el 20 de julio de 1808 como nuevo monarca de los españoles de los dos lados del Atlántico y confirmó a Francisco de Goya como pintor real. Lo primero que hizo el nuevo rey fue encargarle un retrato al maestro de Fuendetodos. Previamente lo había hecho el mariscal Murat, quien aspiraba a la corona, pero al confirmarse que esta se la ceñiría el hermano mayor de Napoleón, el Gran Duque de Berg no volvió a aparecer por el taller... aunque había pagado un sustancioso anticipo. También lo había hecho Fernando VII, pero ahora estaba retenido en Bayona.
El mismo día en que Bonaparte entró en Madrid, Leandro Honrubia y su amigo Felipe (también aprendiz con Goya) cruzaron apuestas sobre el tiempo que tardaría José Bonaparte en encargarse el retrato. ¿Un día, una semana, quizá? Ganó Felipe.
Pero Bonaparte hizo también otra petición al maestro, esta mucho más delicada: que seleccionara medio centenar de obras de pintores españoles de todas las épocas para que en el Louvre hubiera una respresentación del arte hispano.
Leandro lo consideró un expolio descarado. Goya, también. Algo tenían que hacer...
Estoy deseando leer esta nueva novela, a ver cómo trata el autor a personajes históricos de relumbrón como Goya o José Bonaparte (o será PP Botella, en ese caso, que no le pase nada...)
ResponderEliminar