El dos de mayo de 1808, lunes, Leandro Honrubia se encontraba trabajando en el taller de Goya de la calle Desengaño junto a su compañero Felipe. Al escuchar las primeras detonaciones quedaron paralizados por la sorpresa. Enseguida se les unieron Francisco de Goya y su hijo Xavier, quienes estaban todavía en la vivienda. Los cuatro salieron a la calle y se acercaron hasta el cruce con Fuencarral. La gente corría en dirección hacia la Puerta del Sol. Goya, al ser sordo, no podía escuchar los estruendos de los cañonazos pero percibió el fuerte olor a pólvora que inundaba Madrid. "Ya ha comenzado la matanza. Era inevitable", dijo con tristeza.
Leandro Honrubia, preocupado por la suerte que en la revuelta pudiera correr su amada, Azucena Armendáriz, se echó a la calle en su busca.
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