Alfonso Martín Burguillo es un pintor excelente. Un artista, diría yo; pero a él no le gusta ese apelativo. Prefiere considerarse un artesano, un profesional que se desempeña bien con los pinceles después de años de practicar el oficio y de depurar la técnica.
Su pintura me impactó al verla por primera vez. Le dije que podía definirse como hiperrealismo consumista y no le pareció descabellado. Creo incluso que le gustó.
Conocí a Alfonso hace más de treinta años, cuando ambos coincidimos en lo que llamábamos el Ateneo Libertario de San José Obrero, en Carabanchel. Algo pretencioso eso de Ateneo y mucho más lo de Libertario. En realidad era una excusa para pasarlo bien con los amigos. Frisábamos la veintena, quizá alguno más. Por aquel entonces yo estudiaba mi carrera de Periodismo ( y la terminaba) y Alfonso trabajaba en una empresa inmobiliaria, aunque ya le tiraba la pintura.
Por razones que desconozco o que no soy capaz de recordar, un día el Ateneo se desolvió y cada cual se fue por su lado. Eso ocurrió hacia el año 1982 poco más o menos. No volví a saber nada de Alfonso ni de ninguno de aquellos compañeros que formábamos tan heterogénea pandilla de iluminados.
Hasta hace unas semanas, en que tuve noticias de Alfonso de nuevo. Treinta años después y fue por el Tuenti. Pero no porque nos encontráramos nosotros directamente (yo no tengo Tuenti), sino que fueron nuestros hijos los que hilaron la casualidad. Una amiga del hijo de Alfonso es vecina de un amigo de mi hija. Algo complicado, sí. El caso es que el hijo de Alfonso le envió a mi hija una vieja foto y un texto: “Mi padre conoce a tu padre”.
La impresión que recibí cuando mi hija me enseñó la foto fue tremenda. Allí estaba yo, con treinta años menos, haciendo un escorzo para salir en la instantánea, cuyo protagonista absoluto era Alfonso, en primer plano. Reconocí a todos los que allí figuraban. En realidad yo tengo otras fotos de ese mismo día.
El caso es que después de intercambiar algunos correos electrónicos, decidimos quedar un sábado por la tarde. Alfonso está igual que entonces, solo que con canas y barba. Yo estoy hecho un desastre. No hay más que verme.
(yo soy el rubio de la izquierda que se agacha para salir en la foto)
Quedamos a las siete de la tarde. Hablamos, hablamos y hablamos de todo durante nueve horas. Hasta las cuatro de la madrugada. Como si no hubiera pasado el tiempo. Tuvimos tiempo de comer y beber en los míticos Minutejos, el bar Viñas (qué navajas, Dios) y el Mirador de San Isidro (gallinejas y casquería varia). Pero sobre todo, nos contamos nuestras vidas y recordamos los viejos tiempos. Me explicó lo que ha sido de algunos de aquellos amigos del ateneo que, como él, continúan viviendo en el barrio de San José Obrero. Alguno hasta ya se prejubiló. Qué envidia.
Alfonso es un pintor excelente y un magnífico fotógrafo. Ha montado muchas exposiciones y vendido muchos cuadros, lo que le permite vivir de su pasión (la inmobiliaria la dejó en los años ochenta). Actualmente prepara una nueva exposición, a marchas forzadas, para el mes de junio, en Madrid. Ya informaré del día para el que quiera ir a verla. Merecerá la pena porque sus pinturas son propias de un artista, aunque a él no le guste que se lo digan.
Otra foto de los ateneístas. Yo soy el de la camiseta de rayas azules y blancas. La chica guapísima que está abajo, sentada en el extremo derecho, hoy es mi mujer. Alfonso no está. Supongo que fue él quien tiró la foto.
El que quiera ver más que visite su flickr, aquí, o, por supuesto, en san Google.
Es curioso como el pasado siempre vuelve y esta vez de la mano de la tecnología.
ResponderEliminarMe alegro que hayáis tenido ese reencuentro.
Evidentemente las pinturas llaman la atención por su realismo y lo familiares que resultan. (bueno las marcas americanas las conozco por las películas...)
Salu2
Qué grato es encontrar de nuevo a gente querida que han formado parte de nuestro pasado y que con el recuerdo nos hace revivir de nuevo aquellos momentos...
ResponderEliminarVengo a decirte también que te han dejado una contestación al tema aquel que tratamos en mi blog y que lo puedes ver aquí http://europides.wordpress.com/2010/03/17/arreglando-el-pais/
Un cordial saludo.
Gracias Markos y Európides. Yo con este post, más que desvelar un reencuentro de viejos amigos, me interesaba destacar el trabajo de Alfonso. Lo dejé cuado hacía garabatos con un lápiz y ahora lo redescubro hecho un maestro.
ResponderEliminarHola.
ResponderEliminarHe entrado en tu blog, saltando desde el de Belén y me he quedado leyendo tu encuentro con ese amigo del pasado al que tanto he envidiado. Es una suerte poder vivir de la pintura. yo escribo y no tengo la misma suerte jajaja. calro que vivir de la escritura es creo todavía más difícil.
UN placer visitarte. me quedaré con tu link.
UN saludo, josef.
Las vueltas que da la vida...
ResponderEliminarAsí que... Ateneo Libertario... No, si ya...
Me gustan mucho los dos últimos cuadros. Me llevaría unas cuantas líneas explicar por qué. No es el momento, pero sí de decir que es un buen descubrimiento. Gracias.
Al joven del pirulí... En fin: no hay vuelta de hoja. Haces muy bien en tomar el asunto con desparpajo.
Un encuentro así de dos artistas no se produce todos los días.
moderato, bienvenido por estos lares.
ResponderEliminarPoder vivir de lo que te gusta es un lujo al alcande de muy pocos. Espero que lo consigas algún día.
Juan Carlos, la de libertario es mi vida secreta ¿O piensa que lo del jacobinismo me ha venido con la ancianidad?
Los cuadros de Alfonso que puse en el post los escogí un poco sin fijarme mucho. Son todos tan buenoa. El que quiera ver más que clique el enlace a su web o su flickr. te lo recomiendo. Y también te recomiendo la exposición de junio. Ya informaré aquí sobre ella.
Mientras tanto, sí, desparpajo y sentido del humor