El padre, un rijoso cojitranco y sanguinario, y aunque su aspecto de bobalicón lenguitrabado le hace ganar cierta simpatía, su personalidad se recrea en el retorcimiento, la traición y el resentimiento.
La madre, una extranjera desposeída y amargada por el pelaje de tan triste familia, y en especial el del marido, aprovecha cualquier ocasión para poner tierra de por medio con excusas variopintas.
Los hijos, de tal palo.
El varón, el más joven, pero destinado a obtener todo el botín según el concepto medieval de las relaciones familiares. Alto y de catadura similiar a la del padre, solo el tiempo podrá igualarlos. Ayuntado con una joven famélica, de voz engolada, gustosa de quirófanos y de aspiraciones elevadas.
La hija mayor, enjuta, de rizos rubios y prietos, cuasipúbicos, de pocas luces pero voluntariosa, claro ejemplo de la estirpe, de soberbio y amenazador entrecejo. Mal casada y mal separada de un vicioso engreído de cuello duro, fatuo, mostrenco, desmañado y de zapatos al bies propenso al tropezón.
La otra hija, un calco de la primera, con mejor estampa y de sonrisa fácil, pero atravesada, abusadora, esquiva, reluctante y negadora. Esposa del otro piernas familiar, un aprovechado y desfachado al que todo le viene bien.
La madre, ya abuela por la parentela de los hijos, anda alicaída, preocupada y algo revenida porque no acaba de entender por qué su familia parece una parada de monstruos salidos de una pesadilla de la Historia; si tienen todo y a nadie han de dar cuentas, pero lo cierto es que los nietos, según entran en la pubertad, repiten las necias maneras de sus mayores.
¡Dios, qué cruz!
La madre, una extranjera desposeída y amargada por el pelaje de tan triste familia, y en especial el del marido, aprovecha cualquier ocasión para poner tierra de por medio con excusas variopintas.
Los hijos, de tal palo.
El varón, el más joven, pero destinado a obtener todo el botín según el concepto medieval de las relaciones familiares. Alto y de catadura similiar a la del padre, solo el tiempo podrá igualarlos. Ayuntado con una joven famélica, de voz engolada, gustosa de quirófanos y de aspiraciones elevadas.
La hija mayor, enjuta, de rizos rubios y prietos, cuasipúbicos, de pocas luces pero voluntariosa, claro ejemplo de la estirpe, de soberbio y amenazador entrecejo. Mal casada y mal separada de un vicioso engreído de cuello duro, fatuo, mostrenco, desmañado y de zapatos al bies propenso al tropezón.
La otra hija, un calco de la primera, con mejor estampa y de sonrisa fácil, pero atravesada, abusadora, esquiva, reluctante y negadora. Esposa del otro piernas familiar, un aprovechado y desfachado al que todo le viene bien.
La madre, ya abuela por la parentela de los hijos, anda alicaída, preocupada y algo revenida porque no acaba de entender por qué su familia parece una parada de monstruos salidos de una pesadilla de la Historia; si tienen todo y a nadie han de dar cuentas, pero lo cierto es que los nietos, según entran en la pubertad, repiten las necias maneras de sus mayores.
¡Dios, qué cruz!
¡¡ Y que obsesión tiene esta gente por las escopetas !!.
ResponderEliminarSaludos.
El padre además es un ser más extraño que Herman Monster... ya me dirás, mata a su hermano a los 13 años o así y sigue pegando tiros... en fin
ResponderEliminarBesicos
Amigos, hablo de la familia Monsters... creo que vuestros disparos van por otro lado pero no seré yo quien os saque del horror, digo del error.
ResponderEliminarAh Paco. La familia Monster eran de lo más normalito comparada con la otra.
ResponderEliminarTe diré una cosa. De todos ellos a la que más detesto es a la extranjera; odiosa teutona, autoritaria, sectaria, filonazi, impertinente, grosera y antipática.
saludos
Txema, me resulta muy difícil elegir a uno u otro. ¿Podemos prscindir de todos?
EliminarDebemos, caro amigo.
ResponderEliminarsaludos
Lo suponía
EliminarA mi los monster me caían bien, pero los que has descrito tú sólo me empiezan a dejar de caer muy mal cuando están a miles de kilómetros de españa.
ResponderEliminarAl hilo de la enésima sandez del campechano no salgo de mi asombro al ver la tibieza meapilas del PSOE. Sigo sin entender como un partido se puede autocalificar de izquierda y justificar la monarquía. Ah claro...yo sólo me he respondido...
Por cierto que abdicación, ni abdicación, para qué? para que herede el cargo otro sinsustancia? Ea al exilio todos que es un lugar muy bonito y lleno de animales en vías de extinción: los monarcas.
Salu2
Más esperpénticos que los de la foto.
ResponderEliminarSaludos.
Esta vez le han pillado ........ y sin papel. Al menos sirve para abrir los ojos a mucha gente.
ResponderEliminarTal como se coló esta familia en la pequella pantalla, ¿quién fue o es el bobo que pretendía fuesen colmo de virtudes?
ResponderEliminarY la abdicación será solo un apaño que, espero, iluso de mí, dure poco.
Pero, señores, por qué se empeñan ustedes en hablar de la familia real? ¿No será por esta entrada del blog referida a la familia Adams o Munster, según y cómo? ¿Que quieres ustedes hablar del JuCaBoBo? Bueno, pues vale. El mataelefantes que abdique y se busque una querida acorde con su talla: la Brigitte Bardot, que también vive en formol y seguro que le trata como se merece.
ResponderEliminarPor lo demás, no soy yo muy optimista sobre el cambio de régimen porque en España gusta que haya payasos de papel cuché.
Ji,ji,ji.
EliminarQue Fétido ocupe el lugar de Gómez, pues.
Sí, todo es muy Fétido
EliminarAl final no dejan de ser una familia como otra cualquiera, con sus miserias, envidias, etc. Parecían bastante normales hasta que llegaron "los postizos". A partir de ahí miseria y compañía.
EliminarSí, José María, como todos los españoles: tiros en el pie del niño, presuntas estafas del uno, excesos de todo tipo que no voy a nombrar (para que no me denuncie) del ex-otro, amenazas a los paparazis de la de más allá, recauchutamientos a costa del contribuyente de acullá, caza y pesca del patriarca (por no entrar en líos falderiles) y luego todo olvidado con unas palabritas... Igualito que la media de las familias españolas. Además, esta debería ser como la mujer del Cesar.
EliminarPues si, así es. Y nuestros impuestos para ésto.......Como decía Andrés Montes, el que retransmitía partidos de la selección española de fútbol y de baloncesto: ¡¡¡Dime algo Salinas...!!!En este caso ¡¡¡¡Dime algo Francisco....!!!
ResponderEliminarJajaja, ¿¿y qué puedo decir, salvo Viva la República??
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