Después de meses de encierro en la mazmorra,
vencido por el hambre, la sed y la incertidumbre,
ignorante de la suerte corrida por sus hijos,
desorientado e indefenso,
entregó la llave.
La recompensa fueron unas migajas
que le dejaron caer por el ventanuco enrejado
y una fina lluvia dorada
con la que humedecer los labios.
Le pareció escuchar voces amadas
pero no estaba seguro.
vencido por el hambre, la sed y la incertidumbre,
ignorante de la suerte corrida por sus hijos,
desorientado e indefenso,
entregó la llave.
La recompensa fueron unas migajas
que le dejaron caer por el ventanuco enrejado
y una fina lluvia dorada
con la que humedecer los labios.
Le pareció escuchar voces amadas
pero no estaba seguro.
Muy bueno. Me gustó.
ResponderEliminarLo bueno si breve...
ResponderEliminarQué de sentimientos, qué de incertidumbre. Me ha gustado, se puede leer tantas veces de formas diferentes...
ResponderEliminarSalu2
Gracias, amigos. Yo solo quise darle un sentido: la extorsión que padecemos a diario para que nos apretemos el cinturón. Y pese a hacerlo no sirve de nada porque la presión continúa y continuará después de que nos bajemos los pantalones tras las elecciones. Les daremos todo lo que llevamos en los bolsillos pero seguirán pidiendo más. Yo lo lamento sobre todo por mis hijas, que lo tendrán más crudo que yo.
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