Llegado el momento oportuno
el bribón se cambió el antifaz
por la máscara de contrición
y descendió de su pirámide,
escalón tras escalón.
Paseó entre los súbditos,
acarició sus calvas
y hasta vertió alguna lagrimita.
La chusma, enternecida,
le besó la mano,
le tributó homenajes,
le rindió armas
y le lanzó vítores.
Olvidó que era un hampón.
Acabada la farsa,
retornó por donde vino,
por la escalera de siempre,
a la pirámide perfecta.
el bribón se cambió el antifaz
por la máscara de contrición
y descendió de su pirámide,
escalón tras escalón.
Paseó entre los súbditos,
acarició sus calvas
y hasta vertió alguna lagrimita.
La chusma, enternecida,
le besó la mano,
le tributó homenajes,
le rindió armas
y le lanzó vítores.
Olvidó que era un hampón.
Acabada la farsa,
retornó por donde vino,
por la escalera de siempre,
a la pirámide perfecta.
Ay, babilonio que marea...
ResponderEliminarAy, vámonos pronto a... ¿Finlandia?
¿A Finlandia? A Babilonia mandaba yo a más de uno.
ResponderEliminarSiempre hubo pirámides.
ResponderEliminar¿Acaso somos diferentes?
Saludos.
No, Somos peores.
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