A los pacientes de la Sanidad Pública les entregan ahora una factura con el costo de los servicios que han recibido y que no pagarán. Dicen que es para que la gente se conciencie de lo mucho que cuestan los servicio sanitarios públicos. Lo llaman la factura en la sombra.
Bien estaría que, en justa reciprocidad, se entregara también a los trabajadores la nómina con el valor real de lo que producen y no solo con el importe que cobran a final de mes. Sería interesante, y muy esclarecedor, conocer la riqueza real que produce cada empleado y ver la diferencia con lo que cobra. No es nada nuevo, ya lo explicó Marx. Esa diferencia se llama plusvalía y se la queda el patrón.
Al exdiputado de Izquierda Unida Antonio Romero le gusta contar que se hizo comunista cuando, con once años, siendo jornalero, le pagaron a tres pesetas el kilo de aceituna recogido mientras que al dueño de la finca se lo pagaban después a siete pesetas en la almazara.
Si se implantara en España esa nómina al sol (nada de sombras, que la luz es lo mejor en asuntos económicos) podríamos saber que de esas cuatro pesetas que el cacique se quedaba del trabajo del niño Romero, quizá una estaría destinada a sufragar los caros caprichos de su esposa, las clases de equtación y los internados de sus hijos en Londres o París; otra, para gastar en los toros y en los prostíbulos de la capital; una tercera para sobornar a las fuerzas vivas: el teniente de la guardia civil, el diputado provincial, el párroco; cincuenta céntimos para comprar a los kapos que impidieran las revueltas de los jornaleros malpagados, y, tal vez, los dos reales restantes para comprar más tierras, más olivos y alguna querida malpreñada en Madrid.
Bien estaría que, en justa reciprocidad, se entregara también a los trabajadores la nómina con el valor real de lo que producen y no solo con el importe que cobran a final de mes. Sería interesante, y muy esclarecedor, conocer la riqueza real que produce cada empleado y ver la diferencia con lo que cobra. No es nada nuevo, ya lo explicó Marx. Esa diferencia se llama plusvalía y se la queda el patrón.
Al exdiputado de Izquierda Unida Antonio Romero le gusta contar que se hizo comunista cuando, con once años, siendo jornalero, le pagaron a tres pesetas el kilo de aceituna recogido mientras que al dueño de la finca se lo pagaban después a siete pesetas en la almazara.
Si se implantara en España esa nómina al sol (nada de sombras, que la luz es lo mejor en asuntos económicos) podríamos saber que de esas cuatro pesetas que el cacique se quedaba del trabajo del niño Romero, quizá una estaría destinada a sufragar los caros caprichos de su esposa, las clases de equtación y los internados de sus hijos en Londres o París; otra, para gastar en los toros y en los prostíbulos de la capital; una tercera para sobornar a las fuerzas vivas: el teniente de la guardia civil, el diputado provincial, el párroco; cincuenta céntimos para comprar a los kapos que impidieran las revueltas de los jornaleros malpagados, y, tal vez, los dos reales restantes para comprar más tierras, más olivos y alguna querida malpreñada en Madrid.
Corto, intenso y muy esclarecedor. Me gusta el nuevo estilo: realmente fantástico.
ResponderEliminarMuy esclarecedor el testimonio de Antonio Romero y muy vigente.
ResponderEliminarEn una de las multinacionales que trabajé, cuyo nombre no voy a mencionar porque no se debe hablar de empresas públicas de telecomunicaciones que luego se privatizan y se convierten en gigantes mundiales, acostumbraban a darnos una pequeña gratificación...los recuerdos son difusos, pero el insulto permanece cuando nos decían que como la filial había ganado 32.000.000.000 millones de pesetas, nos daban casi 40.000 pesetas cada uno de los 1.000 trabajadores. (cifras redondas), con el tiempo dejaron de hacerlo, demasiado gasto en tiempos de crisis :-P
Salu2
Habremos de ir también con nuestras nóminas a enseñarlas a los médicos para que sepan cuánto nos quitan de nuestras nóminas para contribuir con el Estado ¿no?
ResponderEliminarBuenísima idea!!...aunque me temo que más que provocar oleadas de Conciencia Social o de Clase, semejante Revelación incitaría más bien el nacimiento de masivas y nuevas vocaciones "empresariales".
ResponderEliminarPor aquí a los Kapos los llamamos "manijeros", encargados de seleccionar, tú sí-tú no!!, las cuadrillas de jornaleros, mantener el orden y la disciplina entre los desarrapaos y consolidar y proteger los intereses y el poder de los Amos de las tierras (y sus gentes). Es un cargo que imprime carácter y se hereda de padres a hijos; un hijo muy famoso de "manijero", y que realiza en la actualidad para el Sistema las mismas labores que su papá, es el ilustre señor D. Cándido "Zampabollos" Méndez, uno de los firmantes de la Reforma Laboral...y lo que te rondaré morena.
Gracias, maño. Y más corto quiero ser. Y más contudente si es posible.
ResponderEliminarMarkos, lo de Romero es una anécdota que me venía al pelo. Lo que cuentas es muy esclarecedor de los tiempos que corren. Ya no te dan ni las migajas que se les caen de la mesa.
DinoJuanjo, lo que habría que hacer is cargando la mochila de piedras.
Atila, amigo, tú siempre tan preclaro y clarividente. Seguro que tienes razón. Pero el caso es provoar algo que nos saque de la somnolencia.. Muy bueno lo del Zampabollos. Esa figura no se extingue nunca.