A los políticos, cuando se ven en apuros, les gusta echarte en cara que hay que respetar las reglas del juego. Las reglas del juego de la democracia, dicen. Cuando la gente se manifiesta contra sus incumplimientos o harta de los recortes ellos responden que sí, que están muy bien las protestas, pero dentro del orden establecido por la ley y la Constitución, que hay que respetar las reglas del juego, que no se puede asaltar el Congreso sede de la soberanía popular y bla, bla y bla. ¿Las reglas del juego? ¿De qué juego estamos hablando? O, mejor dicho, ¿de qué juego hablan ellos? Deben pensar que estamos jugando al bingo en una residencia de ancianos, con apuestas de cinco céntimos, o en un partido de fútbol de solteros contra casados después del cual se van todos a beber cerveza. ¿Pero de qué juego hablan? Lo que nos jugamos nosotros (no ellos, que están blindados por sueldos, prebendas y privilegios) es el puesto de trabajo, el pan de nuestros hijos, la asistencia sanitaria, la ...