Puede parecer inocente, pero no lo es. Puede sugerir un
mundo aséptico, de bodegones vanguardistas y elegantes, pero quien se quede
ahí, sin traspasar el espejo de la realidad que se refleja en los lienzos, se
pierde el profundo simbolismo de los cuadros de Alfonso Martín Burguillo.
Porque detrás de la
apariencia de un retrato cuasi fotográfico de la realidad simple y cotidiana
que nos rodea, de los objetos anodinos de los que nos servimos, se esconde una
crítica profunda a la sociedad de consumo, más atenta a veces al envoltorio que
al contenido de las cosas.
En su, en apariencia, inocente soliloquio con los pinceles, Martín
Burguillo se sirve del hiperrealismo consumista con influencias del art-pop para enfrentarnos a nuestro modo
de vida, de consumo frenético desprovisto de sentido crítico.
Nos descubre, con
gesto amable y trazo preciso, la ideología agazapada en la publicidad, en las
marcas comerciales, en los emblemas y en los logotipos que devora el libre
albedrío y la independencia intelectual del hombre moderno.
La aglomeración de objetos perfectamente ordenados y
dispuestos sobre un fondo impoluto que encontramos en las pinturas de Martín Burguillo
son radiografías del alma de nuestro mundo, denuncias silenciosas del
adocenamiento social libre de culpa
en el que vivimos en Occidente.
Alfonso expone desde el día 20 de octubre en la galería Triart, de Vigo.
Efectivamente, vecino. Así me parece que es el arte de este hombre, al que deseo éxito en su aventura viguesa.
ResponderEliminarGracias, vecino. naturalmente, es una interpretación mía conociendo su obra y su personalidad.
ResponderEliminarMuchos éxitos para él.
ResponderEliminarSaludos