Dicen los teóricos de estas cosas que cuando una novela sale al mercado deja de pertenecer a su autor. Queda en manos de los lectores, dueños soberanos de la historia e intérpretes finales de cada uno de sus recovecos.
Dicen que el autor debe respetar entonces las lecturas que a cada cual les sugieran aquellas letras que fueron pergeñadas durante meses en esa soledad física e intelectual propia del creador que en ocasiones resulta hasta dolorosa.
La mayoría de las veces esas interpretaciones que los lectores hacen de los textos no retornan al autor. Solo esporádicamente alguien te comenta algo en alguna feria, en alguna firma, en cualquier sitio donde por casualidad te tropiezas con un lector. Es entonces cuando te haces una mínima idea del impacto que tus escritos han tenido fuera del círculo de amigos y familiares (del que no suelo fiarme porque siempre son excesivamente benévolos).
El otro día tuve una experiencia de este tipo y fue de lo más gratificante. Una señora me dijo que había leído recientemente dos de mis novelas: El tesoro de Vulturia, que es la última que he publicado, y El evangelio de Barrabás, cuya edición de bolsillo salió hace un par de meses. Esta mujer, de mediana edad, me dijo que le gustaron ambas pero más El tesoro de Vulturia, dijo, "porque la otra te hace dudar de todo lo que he creído desde siempre". Se refería esta persona a la trama de El Evangelio de Barrabás, que cuestiona la muerte y resurrección de Jesucristo y denuncia las manipulaciones de la historia perpetradas por la Iglesia.
El libro tal vez ya no sea mío, y cada cual pueda interpretarlo como quiera, pero el mensaje que yo deposité en él y lancé al mundo como si fuera una sonda espacial sigue trabajando solo, sin necesitar de mi concurso, ni de mi atención permanente, surca el tiempo con vida propia y se reactivará cada vez que alguien se sumerja en sus páginas.
Este era/es el objetivo secundario de aquel libro (el primario era/es entretener), hacer pensar a la gente que las cosas pudieron ser de otra forma diferente a como nos las han contado durante los últimos dos mil años, introducir la duda, obligar a plantearse otras posibles hipótesis, agrietar esas convicciones inamovibles que al basarse en una supuesta Palabra de Dios no están sujetas a ningún juicio crítico.
Resulta reconfortante saber que esa propuesta deletérea que, desde mis modestas capacidades, dispersé por el mundo, como el náufrago que lanza una botella al mar, ha alcanzado al menos a una persona que le ha hecho preguntarse si no serán una farsa los postulados que rigen su conducta moral y sus creencias religiosas. Solo por esto, por haber llevado la duda al menos a un ser humano, ha merecido la pena el esfuerzo.
La noble tarea del autor, en efecto, no queda en el libro terminado e impreso, sino en aquello que de él se desprenderá cuando el primero de los lectores abra sus páginas. En ese sentido, amigo Galván, creo que puedes sentirte satisfecho. He leído toda tu obra y puedo decir que en cada novela he encontrado siempre motivos de reflexión.
ResponderEliminarBueno, yo no puedo decir tanto como Estrellado. Pero espero con el tiempo poder ir accediendo a todos tus libros. Si el tiempo me lo permite. Aunque sin leerlos intuyo que todos ellos serán tan buenos o más como el que será guión de mi primera película, jejeje
ResponderEliminarUn abrazo.
Con permiso:
ResponderEliminarJuanjo: esa peli está tardando... ;)
Vecino: el tópico del que hablas no deja de ser cierto por ser tópico.
En cuanto a lo demás, ¡vaya regalo! ¿no? Yo no hubiera sido capaz de resistirme y decirle algo así como: "Sabe usted, señora: ha dicho una de las cosas más bonitas que haya oído nunca, etc."
Gracias, Max, no olvido que algunas ideas de mis novelas te las debo a ti.
ResponderEliminarJuanjo, efectivamente, ya te estás demorando en exceso para cumplir tu palabra.
Vecino, es cierto que es un tema muy manido, pero nunca lo había experimentado en carne propia y de forma tan contundente, por eso me he permitido la frivolité de contarlo aquí. No te puedes imaginar la satisfacción que se siente cuando alguien te dice(en un tema tan delicado como son las convicciones religiosas) "me has hecho dudar".
No le di dos besos a esas señora porque nos separaba un mostrador.
Anda, Paco, que todos sabemos que esto es todo un complot para derrocar la religión católica y crear tu propia fe, forrarte a costa de la superstición de la gente y vivir de p.m. Reconócelo, que te hemos pillao.
ResponderEliminarGanas me dan, y más ahora que en Inglaterra han reconocido el drudismo como religión. Yo voy a fundar la mía propia y me voy a declarar santo.
ResponderEliminar¿El druidismo como religión?, más fuerte fue reconocer como religión los Caballeros Jedi (literalmente, había más de 100 inscritos en la charada). Así que si te pones, te montas una religión a la que te lo propongas. Yo, ya te aviso, no te adoraré como dios ninguno. Cosas del ateísmo acérrimo.
ResponderEliminarPor lo demás tomo nota y me gusta el tono del post. Realmente tiene que ser reconfortante que de tanto clamar en el desierto, le poder hacerlo con un megáfono dé posibilidad de que alguien no solo oiga sino que además escuche. Y la repanocha que responda. Joer, qué bien.
dezaragoza, en realidad, tal como estamos cualquier cosa vale para montarse una religión.
ResponderEliminarEn el caso concreto del post, lo que más me alucinado es comprobar, en carne mortal y en vivo y en directo que ese mensaje que lancé en la novela ha dado de lleno en una persona y que esta me lo reconoce.
Hola..
ResponderEliminarHoy es un buen día para convivir, convivamos siempre.. Un abrazo de buen fin de semana