En Ámsterdam concluye mi última novela, El precio de la codicia, un relato que explica en clave de thriller la crisis económica que ha arrasado España, Europa y gran parte del resto del mundo.
Es el colofón a un periplo por varias ciudades del mundo (Nueva York, Londres, París, Moscú, Berlín, Seúl…) y que expresa también mi deseo de cómo me hubiera gustado que se resolviera la crisis: con el castigo de los malos.
Desgraciadamente, la vida no tiene nada que ver con las novelas (es peor) y Ámsterdam no fue escenario de la derrota de los corruptos. Pero sirve de magnífica excusa para emprender una excursión por una de las ciudades más bellas y peculiares de Europa. De hecho es un gran placer descubrirla caminando, en bicicleta -vehículo que es el rey de la ciudad- o navegando sus canales, no en vano se la conoce como la Venecia del Norte.
En una visita rápida de fin de semana para ver lo mejor, no puede obviarse el Rijksmuseum, una joya recién restaurada por arquitectos españoles y con un contenido tan variado como interesante, aunque predomina la pintura del XVII, el Siglo de Oro holandés, con obras de autores tan destacados como Johannes Vermeer, Frans Hals y, por supuesto, el genial Rembradt. Precisamente, una de sus obras, Ronda de noche (1642), es la estrella del museo, algo así como la Gioconda en el parisino Louvre, siempre con decenas de admiradores disfrutando de su contemplación. Pero yo me quedo con otro cuadro muy parecido en su temática: La compañía del capitán Reijnier Reael y el teniente Cornelis Michielsz Blaeuw, de Frans Hals y Pieter Codde. Amas representan grupos de milicianos de los Países Bajos y son pinturas muy similares al cuadro de Velázquez La rendición de Breda (vulgarmente de las lanzas).
Precisamente tuve el placer asistir hace unos años a la comparación de ambas obras (el de Velázquez y el de Hals/Codde) en una exposición, con pase nocturno, en el Museo del Prado.
En el Rijsk se conserva también un cuadro de Francisco de Goya, el retrato de Ramón Satué, el único que hay en Holanda del pintor de Fuendetodos. En 2011, gracias a los rayos X se descubrió que bajo esta imagen había otra de un general napoleónico que probablemente pintó bajo la ocupación francesa y que tras la salida de España de José Bonaparte, Goya se apresuró a reutilizar para retratar a Satué, no solo por ahorrar lienzo sino para tapar este tr
abajo poco patriótico a los ojos de la administración del Rey Felón, Fernando VII, que ocupó el trono de España tras la caída de Napoleón.
No hay que perderse tampoco una de las obras más delicadas que contiene: La Lechera (1660), de Johannes Vermeer.
Pero en el Rijksmuseum no solo hay pintura, también una buena colección de instrumentos musicales, joyas, armas, elementos de la época nazi (como un curioso ajedrez) , maquetas de barcos, miniaturas, etc, además de disponer de una magnífica biblioteca obra, como todo el edificio, de Pierre Cuypers.
Este arquitecto fue el autor del peculiar edificio, inaugurado en 1885 con una peculiar galería que permite atravesarlo y donde además de estar situadas las entradas al museo, sirve de plataforma para los músicos callejeros que obtienen una magnifica resonancia para sus notas.
La galería, lugar de paso para las bicicletas que inundan Ámsterdam, tiene su explicación en que este lugar siempre fue considerado uno de los accesos principales a la ciudad, por lo que es el mejor pórtico de entrada para el visitante.
Vincent Van Gogh fue un gran admirador de Velázquez y también alabó el mencionado cuadro de la Compañía del capitán Reijnier. Y precisamente el museo dedicado al genio de la oreja cortada es el siguiente paso en esta visita exprés a Ámsterdam. Está al lado del Rijksmuseum por lo que puede verse en el mismo día, uno por la mañana y otro por la tarde.Naturalmente, posee la mayor colección del mundo de obras de Van Gogh, e incluye algunas tan conocidas como El dormitorio de Arlés o uno de los tres Girasoles que pintó.
Y entre museo y museo, un paseo por los canales para ver la ciudad desde otra perspectiva. No se pierdan la estación central
con su fachada y el espectacular vestíbulo, además de su imponente aparcamiento para bicicletas. Si tiene suerte, desde las dársenas donde se toma el autobús, podrá ver la entrada de algún gran transatlántico guiado por el botecito del práctico del puerto. Pasarán también ante la fachada de otro gran museo, la delegación que tiene en Ámsterdam el Hermitage de San Petersburgo.
Una vez a pie, merece una visita nocturna el Barrio Rojo, para ver los escaparates en los que se exhiben las prostitutas y fumarse algún peta en uno de los famosos cafés, en los que se vende droga pero no alcohol (será para no mezclar). No recomiendo laCasa de Ana Frank porque nunca me llamó la atención y además tiene siempre una cola inasumible. Lo que sí debe hacerse es darse un garbeo por las callejuelas al otro lado del canal Prinsengracht. Es el denominado barrio Jordaan. Tiene rincones preciosos entre los canales colaterales.
En la plaza Damm, el centro de la ciudad, se llevarán el disgusto de encontrase instalada allí de forma permanente una feria con una gran noria. Algo incomprensible en una ciudad así. La feria tapa parte de la fachada del Palacio Real, aunque bien pueden consolarse contemplando la exposición que se exhiba en la iglesia adyacente, De Nieuwe Kerk, que está desacralizada. La iglesia en sí no tiene nada de particular, pero tuve la sorpresa de tropezarme con una gran muestra sobre Marilyn Monroe con motivo del 90 aniversario de su nacimiento. Impresiona agradablemente contemplar que el altar mayor de la iglesia está presidido por una imagen enorme de la actriz. Yo a ese culto sí me apunto.
Detrás del Palacio Real hay una magnifica galería comercial, el Magna Plaza, y no lejos de allí (porque nada está lejos en Ámsterdam) está el Mercado de las Flores, junto al canal Singel, para comprar todo tipo de plantas, en especial los típicos tulipanes. O simplemente para disfrutar del paseo entre tanto colorido al borde de los canales.
El patio de las beguinas es un lugar recoleto con una historia fascinante. Es fácil encontrar en la plaza Damm guías en español que por poco dinero, te explican este lugar y otros cercanos.
Si todavía le sobra tiempo, puede acercarse a tres pueblos cercanos muy bellos: Marken, Volendam y Edam. Los tres, menos turísticos que la capital, pero costeros y de una belleza especial. En Edam, concretamente, pueden verse los mejores molinos de viento del país.
Es el colofón a un periplo por varias ciudades del mundo (Nueva York, Londres, París, Moscú, Berlín, Seúl…) y que expresa también mi deseo de cómo me hubiera gustado que se resolviera la crisis: con el castigo de los malos.
Desgraciadamente, la vida no tiene nada que ver con las novelas (es peor) y Ámsterdam no fue escenario de la derrota de los corruptos. Pero sirve de magnífica excusa para emprender una excursión por una de las ciudades más bellas y peculiares de Europa. De hecho es un gran placer descubrirla caminando, en bicicleta -vehículo que es el rey de la ciudad- o navegando sus canales, no en vano se la conoce como la Venecia del Norte.
En una visita rápida de fin de semana para ver lo mejor, no puede obviarse el Rijksmuseum, una joya recién restaurada por arquitectos españoles y con un contenido tan variado como interesante, aunque predomina la pintura del XVII, el Siglo de Oro holandés, con obras de autores tan destacados como Johannes Vermeer, Frans Hals y, por supuesto, el genial Rembradt. Precisamente, una de sus obras, Ronda de noche (1642), es la estrella del museo, algo así como la Gioconda en el parisino Louvre, siempre con decenas de admiradores disfrutando de su contemplación. Pero yo me quedo con otro cuadro muy parecido en su temática: La compañía del capitán Reijnier Reael y el teniente Cornelis Michielsz Blaeuw, de Frans Hals y Pieter Codde. Amas representan grupos de milicianos de los Países Bajos y son pinturas muy similares al cuadro de Velázquez La rendición de Breda (vulgarmente de las lanzas).
Precisamente tuve el placer asistir hace unos años a la comparación de ambas obras (el de Velázquez y el de Hals/Codde) en una exposición, con pase nocturno, en el Museo del Prado.
En el Rijsk se conserva también un cuadro de Francisco de Goya, el retrato de Ramón Satué, el único que hay en Holanda del pintor de Fuendetodos. En 2011, gracias a los rayos X se descubrió que bajo esta imagen había otra de un general napoleónico que probablemente pintó bajo la ocupación francesa y que tras la salida de España de José Bonaparte, Goya se apresuró a reutilizar para retratar a Satué, no solo por ahorrar lienzo sino para tapar este tr
abajo poco patriótico a los ojos de la administración del Rey Felón, Fernando VII, que ocupó el trono de España tras la caída de Napoleón.
No hay que perderse tampoco una de las obras más delicadas que contiene: La Lechera (1660), de Johannes Vermeer.
Pero en el Rijksmuseum no solo hay pintura, también una buena colección de instrumentos musicales, joyas, armas, elementos de la época nazi (como un curioso ajedrez) , maquetas de barcos, miniaturas, etc, además de disponer de una magnífica biblioteca obra, como todo el edificio, de Pierre Cuypers.
Este arquitecto fue el autor del peculiar edificio, inaugurado en 1885 con una peculiar galería que permite atravesarlo y donde además de estar situadas las entradas al museo, sirve de plataforma para los músicos callejeros que obtienen una magnifica resonancia para sus notas.
La galería, lugar de paso para las bicicletas que inundan Ámsterdam, tiene su explicación en que este lugar siempre fue considerado uno de los accesos principales a la ciudad, por lo que es el mejor pórtico de entrada para el visitante.
Vincent Van Gogh fue un gran admirador de Velázquez y también alabó el mencionado cuadro de la Compañía del capitán Reijnier. Y precisamente el museo dedicado al genio de la oreja cortada es el siguiente paso en esta visita exprés a Ámsterdam. Está al lado del Rijksmuseum por lo que puede verse en el mismo día, uno por la mañana y otro por la tarde.Naturalmente, posee la mayor colección del mundo de obras de Van Gogh, e incluye algunas tan conocidas como El dormitorio de Arlés o uno de los tres Girasoles que pintó.
Y entre museo y museo, un paseo por los canales para ver la ciudad desde otra perspectiva. No se pierdan la estación central
con su fachada y el espectacular vestíbulo, además de su imponente aparcamiento para bicicletas. Si tiene suerte, desde las dársenas donde se toma el autobús, podrá ver la entrada de algún gran transatlántico guiado por el botecito del práctico del puerto. Pasarán también ante la fachada de otro gran museo, la delegación que tiene en Ámsterdam el Hermitage de San Petersburgo.
Una vez a pie, merece una visita nocturna el Barrio Rojo, para ver los escaparates en los que se exhiben las prostitutas y fumarse algún peta en uno de los famosos cafés, en los que se vende droga pero no alcohol (será para no mezclar). No recomiendo laCasa de Ana Frank porque nunca me llamó la atención y además tiene siempre una cola inasumible. Lo que sí debe hacerse es darse un garbeo por las callejuelas al otro lado del canal Prinsengracht. Es el denominado barrio Jordaan. Tiene rincones preciosos entre los canales colaterales.
En la plaza Damm, el centro de la ciudad, se llevarán el disgusto de encontrase instalada allí de forma permanente una feria con una gran noria. Algo incomprensible en una ciudad así. La feria tapa parte de la fachada del Palacio Real, aunque bien pueden consolarse contemplando la exposición que se exhiba en la iglesia adyacente, De Nieuwe Kerk, que está desacralizada. La iglesia en sí no tiene nada de particular, pero tuve la sorpresa de tropezarme con una gran muestra sobre Marilyn Monroe con motivo del 90 aniversario de su nacimiento. Impresiona agradablemente contemplar que el altar mayor de la iglesia está presidido por una imagen enorme de la actriz. Yo a ese culto sí me apunto.
Detrás del Palacio Real hay una magnifica galería comercial, el Magna Plaza, y no lejos de allí (porque nada está lejos en Ámsterdam) está el Mercado de las Flores, junto al canal Singel, para comprar todo tipo de plantas, en especial los típicos tulipanes. O simplemente para disfrutar del paseo entre tanto colorido al borde de los canales.
El patio de las beguinas es un lugar recoleto con una historia fascinante. Es fácil encontrar en la plaza Damm guías en español que por poco dinero, te explican este lugar y otros cercanos.
Si todavía le sobra tiempo, puede acercarse a tres pueblos cercanos muy bellos: Marken, Volendam y Edam. Los tres, menos turísticos que la capital, pero costeros y de una belleza especial. En Edam, concretamente, pueden verse los mejores molinos de viento del país.
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