Puede parecer inocente, pero no lo es. Puede sugerir un mundo aséptico, de bodegones vanguardistas y elegantes, pero quien se quede ahí, sin traspasar el espejo de la realidad que se refleja en los lienzos, se pierde el profundo simbolismo de los cuadros de Alfonso Martín Burguillo . Porque detrás de la apariencia de un retrato cuasi fotográfico de la realidad simple y cotidiana que nos rodea, de los objetos anodinos de los que nos servimos, se esconde una crítica profunda a la sociedad de consumo, más atenta a veces al envoltorio que al contenido de las cosas. En su, en apariencia, inocente soliloquio con los pinceles, Martín Burguillo se sirve del hiperrealismo consumista con influencias del art-pop para enfrentarnos a nuestro modo de vida, de consumo frenético desprovisto de sentido crítico. Nos descubre, con gesto amable y trazo preciso, la ideología agazapada en la publicidad, en las marcas comerciales, en los emblemas y en los logotipos que devo...