Ella rezaba el rosario con aparente devoción pero en realidad pasaba las cuentas mecánicamente porque su pensamiento estaba ocupado por completo en decidir el vestido que se pondría para ir a misa de siete.
Él, sentado en el sofá, escuchaba Intereconomía con el mismo fervor con el que su esposa atendía las prédicas del párroco cada tarde.
El muchacho se limpió los zapatos de barro antes de entrar en la casa, se sacudió el agua de la gorra y se dirigió a su habitación sin que nadie se apercibiera de su presencia. Recogió sus cosas —apenas nada— y las introdujo en una pequeña mochila. Después salió con el mismo sigilo con el que había llegado.
El muchacho se limpió los zapatos de barro antes de entrar en la casa, se sacudió el agua de la gorra y se dirigió a su habitación sin que nadie se apercibiera de su presencia. Recogió sus cosas —apenas nada— y las introdujo en una pequeña mochila. Después salió con el mismo sigilo con el que había llegado.
Llovía torrencialmente pero no le importó. Se caló la gorra, encogió el cuello para protegerse del agua y el frío y echó a andar calle abajo. El día plomizo no logró oscurecer la luz de su sonrisa.
Por un momento se le había pasado por la cabeza cometer una locura, pero inmediatamente la descartó. Le bastó con recordar quién lo esperaba al final del camino, acodada sobre el pretil del puente que separaba ambos mundos.
(La fotografía es de Esther Siete, tomada con una Lomo)
A veces, la vida te pone en unas situaciones que no sabes qué hacer, y seguro que más de uno se ha visto en esa misma situación.
ResponderEliminarAh: esta es menos "gore". El muchacho pone tierra por medio camino de ¿la libertad? Por lo menos de una vida más suya o más abierta.
ResponderEliminarRampy, unas vveces la vida y otra son prsonas con nombres y apellidos.
ResponderEliminarVecino, menos gore y más real, ciertamente.
Puedes volar muy lejos pero no huír de tí mismo. Ese viaje que empieza va a ser como poco largo. Si es que lo consigue acabar.
ResponderEliminarBuena decisión la del chaval en lugar de hacer un disparate se va, seguramente a ver a una niña que lo espera, ¿conseguirán llegar a alguna parte?
ResponderEliminarBesotess Paco,
La vida es un viaje sin descanso, maño, acaba cuando morimos. En cualquier caso, el chico no huye de sí mismo sino de unos padres intolerantes e irracionales como pocos.
ResponderEliminarRoss, desde luego, mejor decisión que la otra. ¿Llegar a alguna parte? La vida es un constante llegar y partir.