Con esa frase titulaba Juan Antonio Labordeta uno de los capítulos de su último libro, "Regular, gracias a dios", que escribió en plena enfermedad haciendo un gran esfuerzo y que se ha convertido en su testamento vital ya que era consciente de que se iba.
Leí el libro el pasado agosto y tenía intención de hacer una entrada en el blog como he hecho con otras obras que me han gustado especialmente. Desgraciadamente, me sale una necrológica.
"Regular, gracias a dios", un dios con mínuscula, como decía él, en una frase que escuchó a un musulmán, por eso la relativización del dios.
En el capítulo que da titulo a esta entrada, Labordeta, con la clarividencia que tuvo siempre, define muy bien lo que fue su vida y la de tantos otros. Pasó por la clandestinidad del franquismo, y luego se enfrentó a él como supo o como pudo, aunque antes de eso cantó el Cara al Sol en el colegio "con la inconsciencia de la infancia".
La clandestinidad se convertía en desasosiego "cuando el teniente te pedía el DNI y te decía que te lo devolvería al final de la actuación si cumplías con lo pactado. Y me lo devolvía porque cumplíamos lo pactado". No se podía desafiar abiertamente al régimen.
Cuenta Labordeta, con su retranca baturra, que durante mucho tiempo tuvo a un social (policía política para que lo entiendan los más jóvenes) pegado a sus talones, que sabía su vida, conocía a su familia y estaba pendiente de sus idas y venidas. Solía abordarle a la hora del café y siempre le preguntaba: ¿Es usted demócrata? A lo que Labordeta respondía, indefectiblemente, "Yo, como De Gaulle". Con esa estrategema se escabullía de la presión del policía franquista.
En sus memorias, Lobordeta relata con ironía su primer contacto con la enfermedad que lo ha matado:
-José Antonio, ¿sabes qué es el PSA? -le preguntó una pariente suya que trabaja de ATS después de hacerse unos análisis.
-No lo voy a saber, si lo fundamos Emilio Gastón y yo junto a las gentes de Andalán.
Evidentemente, la ATS se refería al indicador en sangre que anuncia un posible cáncer de próstata y no al Partido Socialista Aragonés que fundó en 1976.
Después de unos años de normalidad, especialmente con los gobiernos de Felipe González, el desasosiego ha vuelto ha instalarse entre nosotros, dice Labordeta: "llegó Aznar y los resabios dictatoriales crujieron" y hubo que salir a la calle para negar la guerra de Irak. "El desasosiego es la guerra de Oriente Próximo, Irak, Rusia, Afganistán y Al Qaeda. Y una gran crisis económica, producto de la mala gestión bancaria".
Labordeta en Belchite (1970).
Una foto tomada de su libro.
La música de fondo que tuve en mi vida durante la transición la pusieron Labordeta y otros que como él se batieron el cobre y fueron la vanguardia de la izquierda española en esos días. Como Paco Ibáñez, Pablo Guerrero, Lluis Llach, Raimon, Luis Pastor o La Bullonera.
Ayer, precisamente, hablaba de Labordeta con Antonio Romero, el ex diputado de Izquierda Unida que está retirado porque padece parkinson. Presentó su libro en la fiesta del PCE y coincidimos en una misma frustración personal: no haber estado en el Congreso (él como diputado, yo como periodista) cuando lo hizo Labordeta. Me hubiera gustado conocerlo y agradecerle personalmente todos los momentos en que me hizo vibrar en aquella época tan importante.
Me apetece dejar aquí unos vídeos que ya forman parte de la historia de este país.
El "Canto a la libertad", que fue toda una declaración programática durante la transición y que convendría revisar hoy día porque tiene gran vigencia.
"Aragón", una de las mejores canciones reivindicativas del orgullo de ser aragonés y convertida hoy día en el himno de facto de la comunidad.
"Me dicen que no quieres". Otra declaración de amor a la tierra que lo vio nacer.
Y "Canción de amor". Un de las canciones de amor más intensas, bellas y emocionantes que he escuchado. La letra es anónima, pero labordeta la interpreta mejor que nadie.
Mira nada más... no tenía ni idea de la existencia de éste hombre. He leído muchas notas de pésame desde ayer pero la tuya ha sido la que me ha convencido de indagar un poco más en su vida y obra.
ResponderEliminarGracias Paco...
Se fue un buen hombre. En este país hacen faltas muchos Labordeta para poner firmes a tanto impresentable como hay en la política de este país.
ResponderEliminarLorene, bienvenido al blog y me alegro de que al menos este post te haya servido para acercarte a Labordeta. Ahora debes escucharle y leer sus textos.
ResponderEliminarMax, no solo fue un buen hombre, sino que tuvo principios y dijo las cosas como las sentía, además de hacer de la solidaridad una profesión.
Se va uno grande. Y como te pregunté hace un tiempo sobre otro grande que pelea ahora por su salud, ¿quién los suple, quién, quién los va a suplantar?. Quedamos demasiado huérfanos.
ResponderEliminarSe está poniendo complicado el asunto. Quedaban pocos y encima los que había se van.
ResponderEliminarEspero que su intención perdure todo lo posible en la conciencia colectiva.
Salu2
Perdona tantos días de ausencia, pero Movistar no me ha puesto el Adsl hasta hoy, y estos días me conectaba cuando podía y desde donde podía. Ahora ya, estoy on line.
ResponderEliminarParece que la blogosfera se ha volcado con él, y no me extraña. Labordeta era uno de los grandes, si todos los políticos de este país se parecieran a él otro gallo nos cantaría.
Saludos.
Grande de verdad era tu paisano, maño, y un hombrede una pieza, de esos que ya no se fabrican. Tú lo sabes bien que eres sanitario.
ResponderEliminarMarkos, las personas decentes se muren o se retiran a sus cuarteles de invierno. El mundo es un asco.
Perdonado estás, Dinojuanjo. Si todos los políticos fueran como él la política sería un arte.
Fina estampa de caballero de fina estampa, más allá de la aparente brusquedad del personaje. Habría que decir "austeridad", obviamente.
ResponderEliminar¡Ay! Habrá un día en que todos... No acaba de llegar.
Sí, señor, y educado, pese a aquella memorable escena en la que envío a la mierda a algunos peperos.
ResponderEliminarJuan Carlos, sospecho que no acabará de llegar nunca porque vamos en dirección contraria