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Mostrando entradas de marzo, 2011

"Cuando el cielo se caiga", en libro de bolsillo

Acaba de llegar a las librerías la versión en libro de bolsillo ( Algaida Eco ) de mi novela "Cuando el cielo se caiga" , con la que gané la 49 edición del premio Ateneo-Ciudad de Valladolid , allá por el lejano año de 2002. Sale respetando la misma portada, aunque en blanco y negro, y curiosamente, pese a ser de bolsillo, con más páginas que aquella primera edición de tapas duras. La novela está ambientada en el Madrid asediado de los últimos días de la Guerra Civil , concretamente en los cinco días comprendidos entre el 3 y el 7 de marzo de 1939 , en pleno enfrentamiento en el bando  republicano por las diferencias entre el  Gobierno de Juan Negrín , secundado por el Partido Comunista , y los partidarios del teniente coronel Segismundo Casado , que crearon el Consejo Nacional de Defensa . Un policía de la brigada criminal, Claudio Ballesteros, investiga las extrañas circunstancias del fusilamiento de una joven -junto con otros presuntos quintacolumnistas- ante las tapias

The thing

Solo al caer la noche, que llegó acompañada de una extraña y refulgente neblina, pudimos conocer las verdaderas dimensiones de aquello que se ocultaba en el callejón. (la foto es de Esther Siete )

Represión+Rabia... Variación sobre el mismo tema

Ella rezaba el rosario con aparente devoción pero en realidad pasaba las cuentas mecánicamente porque su pensamiento estaba ocupado por completo en decidir el vestido que se pondría para ir a misa de siete. Él , sentado en el sofá, escuchaba Intereconomía con el mismo fervor con el que su esposa atendía las prédicas del párroco cada tarde. El muchacho se limpió los zapatos de barro antes de entrar en la casa, se sacudió el agua de la gorra y se dirigió a su habitación sin que nadie se apercibiera de su presencia. Recogió sus cosas —apenas nada—  y las introdujo en una pequeña mochila. Después salió con el mismo sigilo con el que había llegado. Llovía torrencialmente pero no le importó. Se caló la gorra, encogió el cuello para protegerse del agua y el frío y echó a andar calle abajo. El día plomizo no logró oscurecer la luz de su sonrisa. Por un momento se le había pasado por la cabeza cometer una locura, pero inmediatamente la descartó